miércoles, 11 de noviembre de 2009

LOS PÉRFIDOS ANODINOS


Su aspecto es el de la ceniza de un cigarrillo mientras se consume, son de un gris insulso con algún fulgor rojizo esporádico en la mirada. Su habla difusa y constante se convierte en un murmullo sin sentido que, junto a su fuerte olor corporal (semejante al de un cenicero repleto de colillas), vuelve la atmósfera cargada y asfixiante.
Su simple visión produce al instante un enorme aburrimiento y somnolencia, que poco a poco se convierte en confusión y dolor de cabeza. Si la exposición a su presencia es prolongada, provocan desazón y hastío de vivir.

CUIDADO DRAWALL TUS MAYORES TEMORES ESTÁN AL ACECHO!!

6 comentarios:

  1. Y aun hay algo peor, estimado Drawall:

    La exposición a su presencia puede, como bien dices, provocar desazón y hastío de vivir. Pero lo peor es que existen algunas variedades endémicas muy contagiosas, que terminan por convertir al auditorio en nuevos adeptos a sus monótonos soliloquios y, a la larga, en pérfidos anodinos...

    Re-puajj! Pero qué mal está el mundo (quiero decir la ウビゴ...)

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  2. yo creo que he conocido a alguno de esos...

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  3. Querido caballero púrpura,
    aquí tiene otro de nuestros principales enemigos, de hecho, he librado una dura batalla con un par este fin de semana y casi sucumbo en su torbellino. Afortunadamente recobré las fuerzas al pensar que pronto me uniría al escuadrón (casi consiguen hacerme olvidar que pertenezco a la Gran Orden) y conseguí salir airoso de tal batalla, aunque con un par de cicatrices (pecata minuta).

    Un cordial saludo del centro,

    El sureño

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  4. ¿para cuándo un relato corto con estos pérfidos atemorizando mentes insanas como las nuestras?

    saludos!

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  5. Coño! Yo conozco al moreno de la derecha!

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  6. Querido Drawall, le he echado un vistazo al blog y es cojonudo.
    Un saludo morisco.

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