miércoles, 19 de agosto de 2009


Con gran expectación observaron todos cómo el entrañable personaje se disponía a hacer una demostración de su talento. Se situó frente a un muro y a sus espaldas se formó un corro de espectadores en forma de semicírculo. Se escuchaban susurros entre el tumulto:
-Le llamaban Penone, pero el rehusó de dicho nombre para que no lo confundiesen con el artista povera
-Mirad, mirad, está preparando su pincel. ¡Qué afortunados somos de estar aquí!
-Ojalá estuviera mi señora para verlo...





Y así comenzó lo que el artista denominó su "danza del amor pictórico". Con un suave contoneo pélvico y con los brazos abiertos en cruz, en el muro comenzaron a aparecer briosas y ágiles pinceladas. El público contemplaba hipnotizado la destreza del "divino" y cómo sutiles matizes surgían en la roca componiendo una sugerente imagen.







-Santo Durero! este hombre es un auténtico genio!
Las alabanzas se sucedían ante tan conmovedor espectáculo.
Drawall gritó:
-Maestro, cuál es tu secreto?
Y el genio sureño respondió sin girarse, pues aún seguía pintado:
-Pintar siempre lo que me sale del rabo, querido amigo.
Al terminar se giró hacia el público dejando a la vista la obra final.
Y fue así como. en un abrir y cerrar de prepucio, el entrañable sureño realizó una obra maestra.

1 comentario:

  1. JAJAJAJA, ¡qué bueno! Así debería ser todo en la vida, hacer lo que a un@ le salga de dentro :P

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